Con esta Selección y este Lio, estamos en un cumple
- Sabrina Marchese
- 16 oct 2024
- 3 Min. de lectura
Un cuento realista sobre una noche iluminada. Tan realista, que parece un sueño.
Por: Sabrina Marchese
15 de octubre de 2024. Mi sobrino mayor, Emi, cumple 10 años.
Yo que soy muy cabulera, veo donde ubicarme para ver el partido correspondiente a la fecha 10 de las Eliminatorias Sudamericanas frente a Bolivia, encuentro que se disputará como es habitual cuando la albiceleste es local, en el Monumental. Los últimos 90 minutos de la Selección que vi en la casa de mis viejos, fueron los primeros del Mundial de Brasil, el 15 de junio de 2014, frente a Bosnia y Herzegovina. En esa ocasión, celebrábamos el día del padre.
Solo porque es el cumple de Emi cedí a no ver a la celeste y blanca en mi casa, ubicada en idéntico lugar, replicando y multiplicando la secuencia de costumbres que me hacen sentir parte de las victorias. En las derrotas, siento que olvidé ejecutar algún movimiento, como si el DT me lo hubiese asignado en el entretiempo, como todo bilardista de bien.
Para no caotizar al resto de la familia, elijo solo mantenerme de pie y no probar bocado, pese al clima festivo. Con mi viejo y mi tío Luis, no nos perdemos alternativas. Argentina es ampliamente superior a Bolivia y si bien las estadísticas en el historial nos acompañan, en este camino rumbo a la cita tripartita norteamericana los bolivianos vienen afilados, ganándole a Colombia en la última fecha.
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Pero no olvidemos que estamos en un cumple literalmente. Llenamos las copas para brindar y comenzar a cantar. Ni bien se apaga la luz, Lio conecta y convierte. “Qué los cumplas feliz...qué los cumplas fegggggooooolllllllllll!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!”

Parece injusta la ventaja de un gol. Bolivia está retrasada y a Argentina le cuesta encontrar espacios, pero es la única que intenta. A los 43, ratificando la decisión de Scaloni de jugar con Messi, Lautaro y Julián en el ataque, los tres se asocian partiendo de una pelota que gana la Araña que no solo pica, el 10 se la lleva con el alma y le regala un pase celestial al Toro para que concrete el segundo. La diferencia es más justa, pero como dicen algunos sabios del fóbal, no es bueno el 2 a 0. Y los argentinos no tenemos los mejores recuerdos cercanos cuando persiste ese resultado. Quizás por eso pero sobre todo porque la superioridad es demasiado evidente, cinco minutos después, el recientemente llegado al Atleti que siente ese campo de juego como propio, mete el tercero y pone las cosas en su lugar.

Al entretiempo lo tomo como un recreo, aflojo la tensión, solo me permito una cervecita brindando nuevamente con la familia pero sin irrumpir en las lógicas impuestas antes del pitido inicial.
El complemento agudiza aún más el monólogo argentino, no solo en tenencia de la pelota sino en generar un espectáculo deportivo para los millones que por 90 minutos, son indemnes a todo índice y miseria. Mi hermana Agostina, mamá del cumpleañero, trae la torta para que Emi sople las velitas. 22 meses atrás, le hubiese pedido que sus deseos fueran los míos. En realidad, el deseo de todos. Nuevamente apagamos la luz con la expectativa mayor de todo natalicio y ahora el grito de gol llegó en los pies de Thiago Almada. No le pregunté cuáles fueron sus deseos pero si como esos goles no nos hubiesen colmado las gargantas de gol, el 10 absoluto selló el conteo a los 84 y a los 86, haciéndole un guiño a todo aquel que disfrute de su inagotable caudal de maravilla. 6 a 0. Argentina se consolida como líder de las Eliminatorias Sudamericanas. Tal vez fue parte de su deseo.

Todavía es 15 de octubre. Todavía es el cumple de Emi. El mismo que nos escuchó tantísimas veces decir que nació en el 2014, el año en que fuimos subcampeones del mundo y él aún no estaba para verlo. Pero luego de una década, todo es mejor. Velitas mediante no solo compartimos el partido, esta vez Emi festejó junto a millones siendo campeón del mundo.
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