Bailaré, bailarás, bailará otra vez
- Nahuel Linares
- 4 sept
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Lionel Messi jugará su último partido con la camiseta de la Selección Argentina por Eliminatorias frente a Venezuela en el Monumental desde las 20:30. El astro que tanto nos iluminó dice adiós y emociona a todos aquellos que crecimos viendo al mejor de todos los tiempos con la albiceleste.
Por: Nahuel Linares
Una mirada, un saludo, un movimiento, un festejo, una sonrisa; cosas que son efímeras y se las lleva el tiempo. Al igual que todo en este mundo, nosotros también tenemos una fecha de vencimiento, llegará el punto en que no estemos más. Pero no solo hablo del inevitable minotauro llamado muerte, sino que la vida nos presenta ciclos que un día se iniciaron y que deben cerrarse tarde o temprano, por lo que parece acercarse el momento de culminar con uno muy importante.
Lionel Andrés Messi Cuccittini, cuántas veces escuchamos ese nombre. Cuántas veces nos dejó obnubilados con su talento incomparable. Nos hizo sentir tantas cosas y nos acompañó durante un gran tramo de nuestra existencia. Yo habitaba el vientre de mi madre cuando él se estrenaba con la camiseta celeste y blanca en cancha de Argentinos Juniors, allá por 2004, luego de negarse a vestir los colores españoles.
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Un joven argentino que viaja a España tiene lo opción del camino fácil pero decide regresar al barro a pelear por los suyos y me resulta familiar. Traza un paralelismo con la grandeza de San Martín, que no descansó hasta ver a sus tierras libres.
Lionel tuvo su propia odisea, pero sus enemigos no eran colonos a caballo, sino que muchas veces sus obstáculos eran producidos por las frustraciones de sus compatriotas. A veces, un periodista enojado es más despiadado que un realista con rifle.
De cualquier forma, la "pulga" resistió a las adversidades y siempre lo hizo. Desde pequeño se bancó una enorme cantidad de pinchazos para poder jugar a la pelota. Es increíble como esas piernas resistieron tantas patadas, tanto desgaste y sudor. Dios guarda sus peores batallas para los soldados más fuertes y Messi cruzó su sendero albiceleste con una cruz que pesaba 45 millones de personas.

Muchas veces las lágrimas fueron de dolor y tristeza. La amargura me apuñalaba por la espalda al ver que no se te daba y que llegábamos a las puertas pero no podíamos entrar. Pero hoy el llanto es de alegría y nostalgia del presente: si este es el tan nombrado último baile en casa, me iré a dormir triste pero con el alma en paz de que todo lo que un día soñé se cumplió.
Cuánta agua pasó debajo del río. Justo que te vas me viene el recuerdo de mi infancia donde todos en la escuela teníamos tu camiseta, tus botines, tu corte de pelo, y soñábamos con algún día ser como vos. Y aunque ya crecí, mi amor y admiración sigue vivo en mi corazón, como así en el de todos los muchachos.

Mucha gente no entiende cómo alguien puede amar e idolatrar a alguien que nunca conoció. Yo tampoco lo comprendo del todo. Pero este deporte rompe la barrera de la lógica. Los argentinos no podemos cambiar de pasión y una de ellas es Messi. Se nos hace difícil una realidad en la que ya no estés, en la que "la diez" se pose sobre otros hombros; pobre del que suponga un intento de herencia.
Pero como así ese bendito número estuvo en poder de un chico de la villa más humilde de Fiorito, no sorprenderá el día en que volvamos a ver a alguien con esa magia, aunque seguro pasará mucho tiempo. Y es que Maradona, Pelé, Ronaldo, son los nombres de estrellas fugaces que pasan ante los ojos de algunos afortunados y en cierto punto se desvanecen, como lágrimas en la lluvia.
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Los 193 partidos, 112 goles y 61 asistencias parecen ser solamente anecdóticos. Levantó dos Copas Américas (2021 y 2024), una Finalissima (2022) y una Copa del Mundo en Qatar, el mes donde fui feliz y cada vez que regreso a alguna imagen, algún video o alguna figurita repetida, me hace pensar si tendré la suerte de encontrarte alguna vez y sentir que para casi todo hay solución.
Aunque siendo justos todos los números quedarán chicos hablando de Leo. Dichosos y afortunados sean los que tengan la dicha de deleitarse en el Monumental con su última función. Al igual que si los Redondos con Gardel y Mercedes Sosa fueran por una actuación final. Messi es eso, es nuestra identidad, las banderas que ondean en nuestro corazón.
Si esta será la última vez que te vea con la camiseta que amo, ojalá sepa que hiciste muy feliz a un mundo de gente. Tan solo queda el anhelo de verte en la Copa del Mundo de 2026, donde seguro dirás presente y nos emocionaremos al verte gambetear.
Porque al igual que el vino mendocino, el tiempo no te destruye, sino que te añeja y te mejora. Gracias Lionel Messi, hoy y siempre, voy a llevarte en mí, y se que me llevarás hasta donde estés. Escribo con las palabras que te diría aquel chico al que inspiraste hace muchos años y que esta noche te despide entre lágrimas y amor eterno. De corazón: hasta siempre, Diez.
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